Crisis energética: 7 preguntas clave para analizarla

La crisis energética está en boca de todos y desde el punto de vista del consumidor de a pie, resulta complejo entender hasta qué punto puede afectar al bolsillo. 

En este artículo vamos a intentar explicar algunas claves, para tener una visión más amplia del tema.


¿Qué es una crisis energética?

Estrictamente, una crisis energética se define por un desajuste entre la oferta y la demanda de energía. Es decir, las crisis pueden sobrevenir de dos formas distintas:

Cuando los consumidores demandan una cantidad energía que los productores no pueden abastecer. 

Como cuando, en el 73, algunos países de la OPEP decidieron no exportar petróleo a Occidente, provocando un aumento de precio que se saldó con una fuerte recesión económica.

Cuando los productores generan demasiada energía como para que los consumidores la absorban. 

En este caso son los países productores los que notan unos efectos económicos más graves. Por ejemplo, durante el confinamiento estricto por Covid, cuando las gasolinas vieron bajar su precio de forma inédita, países como Venezuela, Colombia y Ecuador se vieron muy perjudicados, porque sus ingresos fiscales dependen casi por entero de la exportación de petróleo.  

Desde este doble punto de vista, las crisis energéticas son bastante frecuentes. Lo que pasa es que las que afectan al ciudadano de a pie de forma más directa son especialmente las primeras. Éstas no sólo hacen subir los precios de la gasolina, calefacción y electricidad. También provocan una inflación generalizada y amenazan la productividad, como explicamos más adelante.


¿Estamos actualmente en crisis energética?

En 2021 todos los combustibles fósiles sufrieron notables aumentos de precio. El caso más grave fue el del gas natural. A finales de año, ya costaba seis veces más que en 2020. 

Pero otras alternativas también han notado fuertes incrementos de precio a lo largo del año. El petróleo subió un 50%. El carbón marcó el máximo precio de los últimos 13 años. Incluso combustibles no fósiles, como el uranio, han sufrido incrementos. 

Los efectos ya se dejan notar en las economías de todo el mundo, generando inflación, problemas de productividad en incluso desabastecimiento. También en la Unión Europea, donde entra en juego otro precio al alza: el de los derechos de emisión de gases de efecto invernadero. 

Con estos datos, cabe  afirmar que sí: la crisis energética es una realidad.


¿Cómo se explica la crisis energética actual?

Los expertos hablan de tormenta perfecta en el sector de la energía. Simplificando mucho la explicación, podemos aducir tres motivos: un repunte de la demanda tras un año en mínimos por el covid; la exigente transición a un modelo más ecológico y la situación geopolítica. 

3.1 Aumento de la demanda de energía. 

Tras los confinamientos y las restricciones de 2020, el año 2021 arrancó con hambre de consumo. La gente tenía ganas de salir a la calle, comprar y recuperar sus vidas. Sin embargo, una industria al ralentí (dormida para ahorrar los gastos de una producción que nadie iba a demandar) no es tan fácil de poner de nuevo en marcha. La reapertura de la economía mundial a lo largo de 2021 ha provocado cuellos de botella en la producción, y una demanda de energía imposible de satisfacer. Y esto ha contribuido a subir los precios.

3.2 Derechos de emisión de gases de efecto invernadero. 

En segundo lugar, y especialmente en la UE, hay que señalar que estamos inmersos en una transición hacia un modelo productivo más ecológico que implica sacrificios. Muchos pensaban que vivir de una forma sostenible iba a resultar inmediato y gratuito. Sin embargo, cumplir con los objetivos de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 tiene sus consecuencias. 

La UE ha endurecido notablemente el precio que deben de pagar los países por emitir CO2. Esto se llama derechos de emisión de gases de efecto invernadero, y ahora es más caro que nunca, lo cual redunda notablemente en el precio de la energía, aumentando la crisis. 

3.3 Conflictos geoestratégicos. 

La política global de transición verde ha supuesto un abandono paulatino del carbón, del petróleo o de la energía nuclear. Las renovables aún no son capaces de satisfacer la demanda. Así que, en un momento dado, la apuesta energética de muchos países ha consistido en depender de un solo combustible: el gas natural. 

El problema es que este gas se extrae en territorios lejanos con frecuentes problemas geopolíticos. Es sabido que el abastecimiento de España depende de la estabilidad de Argelia. Y ahora esa estabilidad está amenazada por desavenencias con su vecino, Marruecos, por cuyo territorio pasaba el principal gasoducto de suministro a nuestro país. 

Pero lo que ocurre en otros estados de la UE no es mejor. Muchos reciben su principal suministro desde Rusia, con gasoductos que cruzan Ucrania. Esa región estratégica no pasa por su mejor momento, precisamente, como bien sabrás.


¿Cómo afecta la crisis energética a nuestra economía?

La crisis energética nos afecta de diversas formas. Sin ir más lejos, las previsiones de crecimiento de muchos países están siendo revisadas a la baja. Y esto se debe al alza de los precios del petróleo y el gas, que hace que las empresas asuman más costes, lo que tiene un efecto directo en su productividad. 

El fenómeno es más grave cuanto más dependencia energética padece un país. En España, que somos cautivos del gas argelino, lo pasaremos peor que en Francia, cuya red de centrales nucleares les hace más autosuficientes (es el segundo país del mundo con más reactores).

Al mismo tiempo, a nivel microeconómico, las familias perderán poder adquisitivo y capacidad de ahorro, además de otros efectos provocados por la inflación, que ya hemos tratado en artículos anteriores.


¿Qué medidas se están tomando para resolver la crisis energética?

Cada país intenta paliar la situación de forma que el consumidor note lo menos posible los efectos. Cuando el mix energético depende del gas natural, la solución pasa por el gas licuado. Esto es una solución para transportar el gas en barcos, evitando los gasoductos que atraviesan territorios inestables. Actualmente, China y EEUU son los mayores proveedores de gas licuado del mundo. 

Otros países han apostado por aumentar el peso de otros combustibles en el mix energético. El problema es que esas opciones no gozan de buena prensa. Es el caso de China e India, donde ha repuntado el consumo de carbón, el combustible que más emisiones de CO2 produce. O Francia, que está considerando levantar más centrales nucleares que se sumarían a las 58 que ya tiene en funcionamiento.

A nivel económico, muchas voces anticipan la subida de unos tipos de interés que llevan marcando mínimos desde hace una década. Con esto se pretendería contener la inflación. Pero también tendrían efectos desagradables para muchos ciudadanos endeudados. 


¿Qué puedo hacer yo para enfrentarme a la crisis energética?

En este blog hemos tratado estrategias de ahorro en todos los frentes. Hemos explicado qué alternativas a las energías fósiles existen en el hogar. Te hemos dado consejos para reducir el consumo energético en tu casa. Hemos tratado los medios de transporte más económicos y sostenibles. Y hemos analizado opciones de consumo inteligentes. En una situación de crisis, estos consejos cobran mucho valor. 

Y, sobre todo, también hemos insistido en la necesidad de controlar tus gastos y mantener tus finanzas bajo control, para no llevarte sustos. Ahora que nuestro poder adquisitivo parece que va  a verse mermado, es importante tomar iniciativas, como tratar los gastos esporádicos como si fueran gastos fijos o destinar una parte de tu ahorro a generar un fondo de emergencia.


¿Cuánto durará la crisis energética?

Lo que en principio prometía ser una situación provisional y breve (coyuntural, como dicen los economistas) ha ido despertando una mayor preocupación al ir descubriéndose nuevos datos. Por supuesto, el recrudecimiento del conflicto con Rusia en Ucrania  empeora las cosas. 

De momento, nadie parece hacer apuestas claras, pero los gobiernos van preparándose para una crisis más duradera de lo que en principio se sospechó. Todas las estrategias serán observadas con lupa, mientras aún parece lejano el hallazgo de una energía limpia y barata, que permita cumplir los objetivos de neutralidad climática y la autosuficiencia energética de los países. ¿Será la fusión nuclear? ¿Serán las renovables? ¿Será el hidrógeno? ¿Será la suma de todas? Habrá que esperar para saberlo. Y, mientras tanto, apretarnos el cinturón.

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