La inflación se encuentra a sus niveles más altos desde 1992. Se disparan los precios, la cesta de la compra pesa cada vez más. Los autónomos emiten sus facturas y pagan sus cuotas. Los asalariados hacen malabarismos para cuadrar sus gastos fijos con los ingresos tras las retenciones habituales. Y mientras tanto, de forma recurrente surge una pregunta para la que hoy trataremos de dar respuesta: ¿a dónde van mis impuestos?
Saber a dónde van los impuestos, conocer en qué se invierten los euros que tributamos, no hará que paguemos menos, pero sí quizá con menos dolor.
Hay que recordar que la sociedad del bienestar en la que vivimos, no sería posible sin la contribución de cada uno de los ciudadanos. Y que, para sostener todo el entramado de pensiones, educación pública, sanidad pública, prestaciones por desempleo o distintas ayudas a la dependencia, entre otras muchas partidas, hay que pagar impuestos.