Ante la perspectiva de dejar la casa sola durante una temporada, nos invade el miedo a que los ladrones nos den un disgusto. Es un miedo que, además, se va contagiando mediante el virus del boca oreja, y porque el sentido común nos dice que en estos meses de vacaciones los robos en casa han de aumentar por fuerza. Y, entre unas cosas y otras, la sensación de indefensión está servida. Pero, ¿cuál es la realidad?
En este post vamos a reflexionar en torno a algunas cifras objetivas, pero interpretadas de maneras opuestas según los intereses de quien las analice. Por tanto, antes que nada, tenemos que anticipar que las conclusiones tendrán que ser extraídas por el propio lector.