Redes sociales y niños: siete consejos de uso

No podemos detener el paso del tiempo. Tampoco podemos evitar que nuestros hijos vivan la época que les ha tocado vivir. Por mucho que algunas cosas nos asusten. El uso masivo de las redes sociales es, sin duda, una de esas cosas.

La generación adulta no conoció este fenómeno en su niñez. Y ahora ve con ansiedad cómo llega siempre tarde a la hora de aprender los usos y precauciones necesarios a la hora de consumir redes sociales, de manera que no puede enseñarle a sus hijos a protegerse. Por eso, conviene tener en cuenta estos consejos.

No te preocupes por conocer la red social en concreto, preocúpate por conocer al usuario

Facebook, Twitter, Snapchat, TikTok, Youtube, Instagram… Hay muchas redes sociales de éxito y cada vez habrá más. Cada una tiene su funcionamiento, sus reglas internas, su forma de relacionarse con los demás usuarios. Muchas veces, cuando unos padres consiguen dominar todos los recovecos de una red social, se encuentran con que sus hijos ya se han mudado a otra.

Sin embargo, no hay que engañarse: en todas las redes sociales corremos los mismos peligros: hiperexposición, presión social, agresividad gregaria, adicción y secuestro de la atención, ciberdelincuencia, acoso…  En todas debemos combatir estos riesgos con las mismas armas: la educación y el pensamiento crítico.

Por eso, no debes preocuparte por descifrar cada red social, sino que debes conocer qué tipo uso hacen de ellas tus hijos, y enseñarles unas normas básicas, válidas para todas las redes sociales.

No les prohíbas las redes sociales

Como hemos dicho más arriba, no puedes evitar que tus hijos sean personas de su tiempo. Las redes sociales no pueden satanizarse, tienen aspectos positivos, y, nos guste o no, son una de las formas más comunes de establecer relaciones en el siglo XXI.

Por eso, lejos de prohibirles el uso, lo que recomendamos es advertir a los niños de qué se van a encontrar en ellas. Y la edad para comenzar a utilizar redes sociales deberíamos fijarla en el momento en que el niño ya sabe distinguir a ciencia cierta los riesgos que corre, de la misma forma que puede montar en bici cuando entiende que cruzar la calle a lo loco puede ser mortal.

Anticípales los riesgos que encontrarán en ellas

Un menor prevenido es un menor precavido. Si consigues que entiendan por qué no deben dar sus datos a nadie, les habrás puesto un cinturón de seguridad.

Para este objetivo, lo mejor es basarse en historias reales que puedas contarles, porque nada educa con tanta eficacia como un buen storytelling. En libros como Internet negro (Ed. Temas de Hoy) puedes hallar casos reales a los que se ha enfrentado la unidad de ciberdelincuencia de la Policía Nacional. Así, tus hijos identificarán mejor cuándo están en una situación de riesgo.

Trata de desmitificar también a los habituales referentes. Que entiendan que los influencers muchas veces ofrecen una visión distorsionada de la realidad, cuéntales su verdadera historia.

Navega con ellos y supervísales

Una vez que les has explicado la teoría, lo mejor es hacer unas buenas sesiones prácticas, como en la autoescuela. Puedes crear un perfil con tus hijos y sumergirte en alguna red. Cuando te enfrentes a alguna amenaza (no tardarán en aparecer perfiles sospechosos que piden amistad, páginas que te piden tus datos, ofertas de apps fraudulentas, etc), enséñales a identificarla.

Al mismo tiempo, edúcales para no generar ellos las amenazas contra sí mismos. Por ejemplo, subir fotos comprometidas, compartir demasiados datos sobre su domicilio, colegio, etc, utilizar los perfiles en modo público, en lugar de privado…

Como hemos dicho más arriba, no te preocupes si luego tus hijos se van a hacer usos de otras redes sociales. Los peligros suelen manifestarse en todas ellas de la misma forma, y lo importante es enseñarles a utilizar el pensamiento crítico para solventarlos.

Establece unas normas rígidas

A la hora de consumir redes sociales, a veces el peligro no está en los demás, sino en uno mismo. Para evitar que tus hijos acaben haciendo de ellas un uso compulsivo, que los desconecte de la realidad, lo mejor es establecer unas normas inflexibles. Por ejemplo:

  • Pon un horario estricto.
  • Restríngeles dispositivos determinados (tu móvil es para cosas importantes).
  • No les permitas sobrepasar unas determinadas horas de uso a la semana.
  • Utiliza programas de control parental.
  • Revisa, con ellos, el historial de navegación, los nuevos contactos, etc.
  • Prohíbeles el uso de redes cuando estén solos en casa.

Presta atención a los síntomas de que las cosas no van bien

Como en todo, hay menores que tienen más probabilidades de desarrollar una relación perjudicial con las redes sociales. En algunos casos, no importa cuán encima estés, puede que tu hijo empiece a consumirlas compulsivamente.

Presta atención a estos síntomas, que son indicio de que hay una adicción.

  • Exige cada vez más tiempo de uso, porque desarrolla tolerancia.
  • Pierde el control de su consumo de redes sociales.
  • Se oculta para seguir en redes sociales.
  • Deja de hacer otras cosas que antes le gustaban.
  • Su comportamiento cambia.
  • Desarrolla síndrome de abstinencia: no duerme bien, sufre malhumor o cansancio, irritabilidad, inquietud, etc.

Mantén tus sistemas de ciberseguridad siempre al día

Por mucha atención que pongan, es posible que tus hijos cometan más imprudencias que tú en internet. Debes tener tus antivirus y firewalls siempre actualizados, utilizar contraseñas seguras y servirte de los sistemas de doble autenticación para evitar que tus hijos se metan donde no deben o descarguen lo que no tendrían que haber descargado.

Al mismo tiempo, te aconsejamos que no pierdas de vista los movimientos bancarios, las pequeñas transferencias, pagos de tarjeta o Bizum.  En ellos podrías descubrir comportamientos indebidos de tus hijos, o fraudes de los que hayan sido víctimas.

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