El dinero. Cuesta mucho ganarlo y, una vez que se tiene, da mucho miedo perderlo. No hace tantos años, nuestros abuelos guardaban sus ahorros en el colchón, porque no confiaban en las entidades bancarias. Esos tiempos se han superado, pero en el subconsciente colectivo perdura un cierto desinterés por la inversión.
Invertir supone un riesgo (a veces mínimo) y un esfuerzo (a veces, también mínimo) que hace que muchos ahorradores reciban la idea con pereza o se casen con lo primero que les ofrece el director de su banco. Sin embargo, si te animas a leer este post, en el que tratamos de desgranar lo que verdaderamente necesitas tener en cuenta antes de invertir, quizá logremos motivarte.