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Blockchain: Qué es en 8 preguntas

El blockchain no es una tecnología nueva, se diseñó en 1991. Pero pasó abandonada en el cajón del olvido hasta que, en 2009, un tal Satoshi Nakamoto decidió desempolvarla para hacerla servir de soporte de la primera criptomoneda llamada a revolucionar el mundo de las divisas: el Bitcoin.

Una década después, el blockchain parece la opción más prometedora para garantizar la seguridad en las transacciones digitales.

Entender cómo funciona una cadena de bloques no es tan difícil, siempre y cuando nos lo expliquen con paciencia y estemos dispuestos a escuchar. En este post lo intentamos, respondiendo a ocho preguntas encadenadas.

¿Qué es un blockchain?

Un blockchain es una inmensa base de datos en la que se anotan innumerables operaciones, como en el libro de registro de un contable. La diferencia es que, para que esa base de datos funcione, no hace falta contable alguno. Es como si los registros fueran efectuados por los mismos usuarios que hacen las operaciones.

Pero, entonces, ¿quién garantiza la seguridad de estas operaciones si no hay nadie vigilando? ¿Cómo se evitan las operaciones falsas? Sin vigilancia, cualquiera podría borrar su deuda sin que nadie se diera ni cuenta. ¿No?

¿Quién crea y vigila un blockchain?

En un blockchain, no hay un solo vigilante, sino muchos: tantos como usuarios participan en su escritura. Es una tecnología P2P (peer to peer): pone en contacto a un usuario con sus iguales, sin intermediarios.

Ningún usuario puede cambiar nada de lo que ya haya sido registrado sin que todos los demás lo descubran.  Y si se descubre una operación fraudulenta, es inmediatamente impedida por todos.

Pero esto no quiere decir que los usuarios de un blockchain comprueben cada línea de código para dar la alarma: hay que precisar que cada usuario de este gran libro de registros es en realidad lo que denominamos un nodo.

Nodos y tokens. ¿Qué son?

Un nodo es un ordenador a través del cual el usuario de carne y hueso puede registrar datos en el blockchain. Cada uno de esos registros se llama token.

 La suma de todos los nodos vigila continuamente el blockchain para que las cuentas cuadren. ¿Cómo? Cada token que un nodo intenta añadir al blockchain, necesita autorización del resto de nodos al mismo tiempo. Si los nodos restantes detectan que la operación no es limpia, la impedirán automáticamente.

¿Y cómo saben los nodos que la operación es o no es limpia? Aquí radica la sencillez y la belleza del blockchain. Para explicarlo, vamos a analizar por separado los eslabones que conforman esta cadena.

¿Cómo se organizan los tokens en el blockchain?

Como decíamos, un blockchain es como un gigantesco libro de cuentas donde los usuarios (nodos) van añadiendo datos de cada operación (token) que quieran hacer.

Los tokens van acumulándose en bloques. Explicar cómo es cada uno de estos bloques nos ayudará al mismo tiempo a desvelar el funcionamiento de la cadena.

Los bloques son contenedores de información de capacidad limitada. Si un token ya no encuentra espacio en un bloque, tendrá que inscribirse en el siguiente. Es como una planta de envasado: cuando ya no caben más, la cadena avanza y aparece un nuevo frasco vacío.

¿Pero qué es lo que hace que esta cadena sea inalterable y segura? La composición de dicho bloque.


¿Cuáles son los elementos fundamentales del bloque?

Un bloque contiene tres elementos fundamentales:

1. Los datos (conjunto de tokens):

El bloque recoge los datos de varias operaciones. Por ejemplo, si quiero transferir un dinero a mi hermana, puedo registrar el token: «El 13.2.2020 transfiero 10 € a mi hermana».

Ese token quedará perpetuamente grabado en un bloque de la cadena.

2. El hash, o código de identificación del bloque:

Es un código único que identifica cada bloque.

Para crear el hash, se utilizan los datos que contiene el bloque que identifica. Por tanto, el hash no es sólo un código de identificación, sino también una especie de resumen de todo el contenido del bloque.

Por este motivo, cualquier cambio en un token del bloque hace que su hash cambie significativamente. Y si el hash está ya construido, no se puede cambiar ningún dato en el bloque sin que el hash cambie.

3. El hash del bloque anterior:

Pero los bloques no sólo contienen su propio hash. También incluyen el hash del bloque inmediatamente anterior. De esta manera, quedan unidos como los eslabones de una cadena.

¿Por qué? Porque si alguien logra acceder al bloque y cambiar alguno de los datos, el hash también cambiará. Y entonces ya no concidirá con el hash inscrito en el bloque posterior.

En cuanto los nodos detecten que un hash no coincide con el hash inscrito en el bloque siguiente, interpretarán que se ha roto la cadena. Y lo impedirán.

Vamos a verlo con un ejemplo:

⇒ Supongamos que el bloque A contiene el token «El 13.2.2020 transfiero 10 € a mi hermana». Al codificar estos datos, se genera el hash #HashDeA.

⇒ Justo después, otro usuario introduce el bloque B, que además de su propio hash (#HashDeB) incluye también el hash #HashDeA del  bloque inmediatamente anterior.

⇒ Entonces, mi hermana, que tiene conocimientos informáticos, intenta jugarme una mala pasada. Hackea el bloque A y cambia los datos, dejando el token así: «El 13.2.2020 transfiero 1000 € a mi hermana».

⇒ Como el hash depende directamente de los datos, mi hermana no sólo ha cambiado la información. Al añadir dos ceros, también ha cambiado el hash del bloque A, que ahora es #HashDeMiHermana.

⇒ En el bloque B, sin embargo, sigue figurando el primer hash del bloque A: #HashDeA. Por ello, los nodos detectan que el bloque A ya no está “encadenado” al bloque B. Ambos hash no coinciden. Inmediatamente, impiden el cambio de información que intentaba introducir mi hermana.

Y con estos sencillos tres elementos (datos, hash y hash del bloque anterior) básicos en la composición de cada bloque (eslabón), y la vigilancia permanente de los ordenadores de miles de usuarios (nodos), logramos mantener una cadena irrompible en la que nadie puede cambiar nada sin que todos lo sepan.


¿Y quién genera los nuevos bloques?

Como decíamos, los bloques tienen una capacidad limitada de almacenaje. Cuando un token ya no tiene espacio en el bloque actual debe incorporarse al siguiente bloque. ¿Y de dónde sale ese nuevo bloque?

En algunos blockchains, por ejemplo, en el que se basa el Bitcoin, los bloques se minan.

El minado de bloques consiste en destinar una gran capacidad de computación a resolver complicados problemas matemáticos que propone el blockchain. Resolver estos problemas equivale a agrupar una serie de tokens en un nuevo bloque dotado de un hash y encadenado al bloque anterior. El primer nodo que consigue hacerlo genera el nuevo bloque, y es verificado por los demás nodos.

En el caso de Bitcoin, además, el minero que lo consigue se lleva una cantidad de bitcoins recién creados. Así, el sistema motiva que acudan usuarios: algunos nodos están allí para utilizar el blockchain; otros, para ganar dinero minando.


¿Qué puede hacer el blockchain por mí?

Para hacer transacciones en la actualidad necesitamos una entidad que supervise el movimiento de dinero, ya sea un banco, una plataforma de pago, etc.

Pero confiar en un intermediario genera dudas acerca de su honestidad. ¿Es seguro? ¿Qué pide a cambio de mediar?

En principio, un blockchain está basado en una relación igualitaria entre pares (P2P). No existen intermediarios sobre los que dudar.


¿Y qué puede hacer por el mundo?

La tecnología blockchain puede aplicarse para crear bases de datos descentralizadas, P2P, transparentes y casi inhackeables.

Ya hemos hablado de su eficacia a la hora de crear criptomonedas. Pero el uso de un blockchain no se limita a las finanzas: reconocimiento de la identidad digital (almacenamiento de datos biométricos, por ejemplo); registro de propiedades sin que participen notarios; seguridad de datos en la nube; bases de datos de la administración públicas transparentes e inmutables (por ejemplo, historiales sanitarios); etc.

Todas estas aplicaciones ya se están poniendo en marcha, y prometen un gran protagonismo del blockchain en nuestras vidas digitales, a corto plazo.

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