Este marzo, volverán a ocurrir dos cosas. La primera, que en la madrugada del sábado 30 al domingo 31 de marzo, a las tres serán las dos. Es decir, toca cambiar la hora. Una tradición anual que data de 1974 y se cumple rigurosamente, con el objetivo, dicen, de ahorrar energía.
La segunda cosa que ocurrirá será que volveremos a hablar de poner fin a esta costumbre. Algo de lo que se viene hablando seriamente desde 2019, pero que no acaba de suceder. A pesar de ello, la Unión Europea insiste en que mantener a los países en su hora natural, sin cambios, es más beneficioso.
Pero, ¿realmente lo es? Y, si lo es, ¿por qué llevamos tantas décadas aplicando el cambio de hora? ¿Por qué no se suprime definitivamente? Contestamos a estas preguntas en el siguiente artículo.