En el mundo hay más de 7.000 millones de habitantes y cada uno de ellos posee características únicas. No hay dos personas iguales. Gracias a estas peculiaridades biométricas, la ciencia criminalística ha incorporado a sus investigaciones el estudio de las huellas dactilares o, más recientemente, del ADN.
Porque, si algo te hace único, puede servir para identificarte sin lugar a error… y eso es justo lo que se necesita para garantizar la seguridad de un dispositivo electrónico o una cuenta bancaria: saber que la persona que solicita acceso es la única persona que debe tener acceso. Por este motivo, los datos biométricos aplicados a la seguridad han llegado para quedarse.